Sin miedo a nada… ¿Nada? (Parte 2)
Luego de
llegar a ese departamento todo se volvió confuso para Junsu. Recordaba haber
visto como el tal Jared se llevaba a Yoochun aparte de todos, y a lo lejos ver como discutían acaloradamente,
tuvo el impulso de ir con ellos cuando su amigo se cubría el rostro con una de
sus manos en gesto cansado, pero unas manos alrededor de su cintura lo
detuvieron. Giro su rostro para ver a la chica con la que Changmin había pasado
casi toda la noche sonriéndole de medio lado, noto también que la muchacha
tenía la expresión vacía.
―El imbécil
de Jared dice que no hay que molestar cuando los grandes hablan―le dijo con un
tono infantil que a Junsu le pareció irritante― chunchun es un “grande” para mi
primo…―pese a que él se removía incomodo la muchacha no le dejaba ir y seguía
hablando― A mi me gustaba mucho Chun…pero el muy idiota es como todos... no me
ve como mujer…―detuvo todo intento de alejarse al verla derramar unas cuantas
lagrimas que no alcanzaban a ser un llanto.
―Te…―quiso
preguntar algo, pero la expresión de ella se volvió fría y su cuerpo se tenso
haciéndolo aparte de callar mirar hacia
donde ella veía. El alma se le fue a los pies al ver como Jared se abalanzaba
sobre Yoochun besándolo desesperado por unos eternos segundos, para luego
verlos perderse por un pasillo.
―Los
grandes solo juegan con los grandes…―la muchacha lo soltó dando un par de pasos
atrás― ¿Crezcamos juntos?... ―estiro su mano hacia un Junsu que le miraba sin
dar crédito a lo que sus ojos vieron antes ni entender las palabras de la chica―
Somos los niños aquí… los idiotas que jamás han viajado…―el muchacho tomo la
mano que era extendida― Cahiome…―la sonrisa que le dedico helo la sangre en las
venas del coreano. Desde el momento en que Seung Hyun decidió que Changmin no
podía entrar a ese departamento supo que estas paredes no escondían nada bueno.
La voz que hablo una hora atrás, ahora gritaba que tuvo razón al decir aquello,
no solo Yoochun se había perdido con alguien más quien sabe donde, en un sillón
podía ver como Jaejoong devoraba la boca de un Yunho que perdía sus manos entre
las ropas del mayor.
― ¿De qué
estas hablando? ―no lograba dar un significado a las palabras de la muchachas,
y aun así le seguía entre las personas (Que no sabe de donde salió tanta gente)
que disfrutaban de una fiestas donde lo menos que importaba era bailar o la
música, lo principal parecía ser involucrarse con personas desconocidas más
haya de dos o tres besos húmedos.
―Junsu
¿cierto? ―la chica lo miro con una sonrisa ladina, de aquellas en que te siente
estúpidamente ingenuo al no comprender lo que te dicen. Él asintió― ¿Has
escuchado alguna vez el dicho “Cuando estés en roma has lo que hacen los
romanos”? También se aplica en este departamento amigo mio―le dijo sacando una
especie de joyero, abriéndolo para mostrarle unos polvos blancos tan parecido
al talco que le ponen en el cuerpo a los infantes, y una cucharita más pequeña
que las de café. Entonces recordó las palabras que dedicasen a ella los chicos.
―No creo
que sea algo que deba hacer para que los chicos me quieran o no―Junsu no es
tonto y todo el mundo lo sabe. No es tan inocente, aunque nadie más que su gemelo
sepa eso.
―oh… ¡pero
que iluso! ―la mujer carcajeó con descaro cerrando la caja de golpe al tomarse
el vientre- eres un verdadero idiota…-reía sin importarle la expresión molesta
en el rostro de Junsu― Amigo mío, tu realmente no entiendes ¿No? ―la carcajada
fue remplazada por una sonrisa ladina que irritaba tanto o más que la cesada
risa a un Junsu que intentaba saber a que se refería―Jared riño a tu amigo…
están “Juntos” ―la ultima palabra taladro la cabeza de un castaño que no quería entenderla. Sus ojos
estaban achicándose en una expresión de impotencia y enojo, cristalizándose
porque una esperanza desconocida fallecía― También me molesta―sentencio ella―
Entonces Junsu, amigo mío, ¿Vas entrar en la competencia por Chunchun? ―rodeo
el brazo derecho del coreano que tenía la mirada fija en el frente, perdido en
un sitio donde ninguno de esos extranjeros existía. Ignorante de la miradas
cómplices entre la mujer y Tom que bebía en el mini bar del departamento sin
perder detalle de lo que hacía su hermana. Satisfecho de ella al ver como el
mismo Junsu volvía a abrir la caja.
―Enséñame,
“amiga mía”―susurro con una sonrisa divertida el joven coreano entregándole la
pequeña cuchara― No dejaré que ninguna persona me aleje nuevamente de mi amigo…―la
voz de ese Junsu descoloco un poco a la mujer, no se había esperado que
destilara esa seguridad ni sensualidad que –ella supo bien- la hizo caer a
cualquier capricho de quien se supone debía ser la victima: La cazadora fue
cazada.
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Más, el destino traidor
Le arrebato sin piedad
Por puro gusto no más,
Su bonitura y candor.
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― “Lo
vale” ― se repitió en su mente una y otra vez esas dos palabras durante las últimas
horas, para sentirse menos sucio y humillado. Arrastrándose por esa desordenada
cama hasta la mesa de noche, e inhalar el maldito polvo aquel que hace menos
tortuosa la situación y disminuye el dolor en su cuerpo tanto como en su alma.
Un escalofrío. Ese musculo rugoso paseándose por su columna, esas manos
paseándose por sus muslos. Ahora esa boca en su cuello intentando morderlo ―
Alto ahí enfermo… ―la voz ronca, se giro empujándolo molesto intentando ponerse
en pie.
― ¿Enfermo?
Jajaja… bien que lo gozaste ―el mayor sabía perfectamente que el único en
disfrutar fue él, que su amante no sintió ni la mitad del placer que a él le
embargo, pero eso era algo que no le importaba; Había conseguido lo que quería
y listo, allá fuera tenia la certeza que sus primos harían su trabajo. Y Que el
“Sacrificio” de Yoochun fue en vano. Porque como siempre él ganaba.
El
pelioscuro no respondió nada, se levanto y vistió para salir lo más rápido
posible de ese cuarto sin percatarse de la sonrisa satisfecha del mayor que se
dejaba caer sobre la cama complacido con los acontecimientos de esa noche. ¿Por
qué habría de importarle un imbécil al que solo lo quería llevar a la cama? Más
importante era la tierra en los pies del perro del vecino.
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De lo que fue aquella
flor
No le quedo ni su sombra
Se convirtió en un
escombro.
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Yoochun
entro al baño para lavar su cara buscando en uno de los cajones con temblorosas
manos esa cajita azul, no podía creer lo débil que es. La primera vez había
sido hace un mes y pese a que aseguro en esa ocasión que solo “La probaría”
estaba otra vez –ya perdió la cuenta- buscando en esa caja, esa jeringa y el
mechero que robó hace unas dos semanas de la escuela, cuando descubrió que así
era más cómodo disolverla. Ahora la escusa para hacer aquello no era una nueva discusión
con sus padres ni el aniversario por la muerte de su hermana ni que extrañaba a
sus hermanos, ahora era ese Junsu que bailaba con Cahiome en el salón tan
sensualmente, no, ni siquiera eso era el motivo; Era el que se sentía el más
grande estúpido al haberle creído a Jared, solo porque tenía miedo, miedo de
que al permitir a Junsu estar entre sus amigos lo lleve ha convertirse en la
misma basura, en la basura que Seung Hyun no quiere ver convertido a Changmin y
que el mismo teme se convierta Junsu.
―Imbécil ―le
dijo al que se reflejaba en el espejo, tomo la ligadura atándola alrededor de
su brazo, justo por sobre el pliegue de su codo derecho― Era demasiado bueno…
como para que cumpla―su dedo índice buscaba en el pliegue interno de su codo,
ese tubito blando y palpitante al que apenas encontrado clavo esa jeringa que
previamente relleno con el liquido obtenido al derretir esos polvitos en el
mechero. Dolió un poco, pero los efectos eran rápidos, no saco correctamente la
jeringa de su brazo, sin embargo no importaba esa pequeña herida en el brazo ni
que fuese a quedar morada la zona; No importaba porque su cabeza estaba creando
las más increíbles ilusiones.
Con pasos
que recuerdan a personas que pisan sobre camas de agua, tambaleándose y riendo
ido, Yoochun regreso al salón. Donde Junsu besaba a Cahiome entre susurro
llenos de insultos contra ella, porque la mujer le contaba de sus intentos por
acostarse con Yoochun y como le pelioscuro la rechazo sin titubeos, confidencias
que acabaron cuando un pelioscuro tomaba por el brazo al castaño claro
arrastrándolo fuera del departamento. La mujer solo se giro para ir con el
mayor de sus primos, el que luego de inhalar del polvo blanco la recibía entre
sus brazos besándole el cuello.
― Chun…Chunnie-apenas
lograba hablar entre las repentinas carcajadas que le nacían al verse
“secuestrado” por su amigo― par…para…―pedía aun siguiéndolo sin mayor
resistencia.
―No…Susu…―la
voz del pelioscuro no sonaba a reproche― mira…mira… la luna…jajajaj la luna es
de queso….jajaja te lo dije―declaro carcajeándose salir de la recepción del
edificio, a la calle― jaja Papa Noel….ay no, no…no es él…. ―era más que obvio
que ninguno de los dos estaba bien, eso lo había visto Tom que los seguía.
Dejar ir sin vigilancia a dos drogados no era seguro― Junsu…―sin aviso, tomo a
su amigo por la cintura empotrándolo violentamente contra un muro, y falto de
todo tacto comenzar a besarle el cuello con sus manos aferrando con firmeza los
glúteos del menor, que lejos de molestarse gemía sin contención a esa boca,
mientras sus manos comenzaban a levantar las ropas del mayor. Tom tenía claro
esa noche que debía detenerlos antes que tuvieran sexo casi en la entrada de su
edificio.
Continuará…
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