«Anuncio de
una tormenta»
La casa no podía parecerle más grande, cada sonido le hacía
recordar el fracaso en el que se había convertido todo. "malditos sean
", se dijo a sí mismo, culpando a esos niños de su condición actual. Su familia había retenido por siglos el cargo
de Inquisidor, y ahora por culpa de unos críos insulsos su casta se veía
mermada, dando pie a que unos impuros,
insignificantes e ineficientes oportunistas, definitivamente eso era, se
alzaran sobre ellos tan arrogantemente.
Es cuando un rugido se hace cada vez más fuerte y la
inmortal casa de Wright-Fitcher se llena de acosadores lamentos, que van
recorriendo inclusive las ruinas del hogar de los Ivanovich (Inquisidores antes
de los Wright-Fitcher), un sonido
similar a los latidos de un corazón llena sus oídos. Tiene el impulso de
correr, pero lo sabe, correr no sirve de nada; no hay donde huir. Ese tortuoso
ardor en su brazo no cesa y lo hace caer sobre sus rodillas.
― ¿Quién osa hacer esto en mi casa? ―grita tan solo para escuchar su
propia voz retumbar por las paredes. Se levanta. Arrastra los pies por ese
pasillo lleno de los retratos de sus ancestros; el sabor de la culpa y la
derrota se deslizan por su garganta. Cuando el caos entra en escena, el dolor
se haces más intenso haciéndolo caer nuevamente. No puede controlar su poder y
su voluntad se nota agotada, las raíces del abismo que habita en su interior se
liberan destrozando la mansión por completo, se pierden siglos de historia.
Su brazo baja más allá de las profundidades conocidas
por cualquier ser viviente, hasta hallarse con un primogénito ser, con algo o
alguien tan antiguo como el abismo.
― Wright-Fitcher, Wright-Fitcher escucha―esa voz parecía venir de todas partes, de los muros el
piso y el techo― ¡Escucha rata asquerosa! Soy Moloch y es mi sangre la que corre por tus
venas. ―
― ¿Y? HABLA ¿Qué quieres de mí? ―
― Tengo planes... el Abismo tiene planes y tú, pequeña rata, te
transformaras en un Cazador. ―
― ¡Soy Wright-Fitcher, nadie me dice qué hacer! ―
Entonces el dolor se
hizo más agudo, tumbándolo sobre el piso, arrastrándolo frente a la antigua y
perdida dignidad su familia.
―Yo te lo ordeno― dijo Moloch sin perder la calma― Te daré un ejército, despliégalo
en la noche, caza a la quimera que merodea libre en el mundo. Ve a la Torre del
cuervo y despierta a tus nuevos aliados. ―
Era la primera vez
que Wright-Fitcher abandonaba su mansión en los últimos cinco años, pero ahora
era distinto, era capaz de sentir el poder recorriendo su cuerpo, no volvió a
ser el mismo, pero no le importaba, ahora debía hacer lo que su nuevo amo le
ordeno. Era tiempo de la tormenta. Primero, los rayos iluminaron el cielo y se
clavaron en su cuerpo, para luego expandirse en la tierra misma. Entonces los
nombres aparecieron: O-Yone Yamato, Kyo, NSYOON, Anna, Alexander, Samael Alas
negras y Ahazu. Su ejército estaba de pie, y en cada rincón del mundo se escucharía
el nombre de los Wright-Fitcher. Todos pagaran por olvidarlo, sean de la
facción que sean, incluso si son aliados.
-. 2276, Distrito Kumfs, North Zion
(Antigua Ciudad de Nueva York, EE.UU.).-
Yoochun se quitó el
pelo de la cara, pero dejó que las gotas recorrieran su rostro. El sabor del
agua mezclado con el sudor y la sangre llegó hasta sus labios, y no podía
ocultar la agitación que recorría su pecho. El enemigo estaba cerca, lo podía
sentir. Wright-Fitcher había liberado a una de sus bestias en esta ciudad y
debía de ser detenida, aunque esto fuese con su vida. Esa había sido su
decisión desde su más temprana edad.
Saltó de un tejado a
otro, entonces lo vio, un ser asqueroso relleno de corrupta materia, devorando
los restos de una pobre víctima. Probablemente un hombre joven.
― ¿Quieres que te invite de mi festín? ―dijo la criatura― Ven, a Ahazu no disfruta
comiendo solito, Ahazu comparte con tú, si tú quiere.
―He venido a matarte, no a comer de tu inmunda cena―respondió sintiendo que podría vomitar sino estuviese
acostumbrado a esas criaturas, si es que criaturas podría llamarlos.
Fue cuando lo noto, se había descuidado, los tentáculos de la criatura
eran rápidos, si bien no era la criatura más inteligente del abismo, si era
astuta y voraz como ninguna otra. No importaba cuantos, los golpes de Yoochun
parecían dañarlo tan fuerte como los de un niño a un adulto. Debía tratar algo
más, concentrar su poder y desatar su furia contra la criatura, pero no fue
suficiente. La risa de Ahazu era humillante casi tanto como frustrante para el
pelinegro.
―Ahazu no siente dolor con tus golpes, eres solo una hormiga para Ahazu―se
mofaba.
― ¡Ya verás! ―
Nunca había enfrentado un monstruo del abismo tan fuerte, él había
combatido frente a frente a muchas, incluso al mismo Jared Wright-Fitcher, pero
este era totalmente diferente. No podría ganar, lo sabía. La criatura también
lo sabía, por lo que Yoochun supo, sólo jugaba con él cual gato con su presa.
De pronto todo se tiño de rojo, Yoochun supuso que era el fin. ¿Era
momento de reunirse con sus ancestros, con sus padres? Lamentaba que fuese tan
pronto, aun sentía que debía cuidar de sus hermanos. Pero no era eso. Las
llamas que lo rodeaba no le quemaban en absoluto, lo protegían. Entonces lo
vio, abrigo roído ceñido al cuerpo hasta la cintura, cabello rojo y mirada
desafiante, Junsu.
―Ya me habían dicho de tu llegada―le dijo al recién llegado.
―Yoochun ¿No? ―
―No necesito tu ayuda, ¡Lárgate! ―
―Sí claro, gran héroe, discutamos después los detalles… si es que
sobrevivimos-sonrío con sorna. ―
Ambos hombres flanquearon al ser, invocaron símbolos y poderes que sus
maestros les habían ensañado, que habían sido escogidos para ellos. El león, la
serpiente y la cabra formaban el escudo de Junsu; El tigre, el cuervo y la
serpiente eran el escudo de Yoochun. El regordete ser abismal se retiraba,
herido y asustado.
―Ahazu no juega con ustedes, ustedes brillar mucho. ―
La tormenta se desataba sobre la ciudad mientras ambos héroes se
contemplaban, viéndose por primera vez. Con sus respiraciones agitadas por la
acción y el temor de haber tentado a la muerte.
―Debimos destruirle― dijo Yoochun.
―Sí, pero con suerte salvaste la vida. ―
―Eres un maldito niño mimado, donde crecí esos errores significan la
muerte. ―
―Y en dónde crecí yo se dice “gracias” ―
Ambos sonreían, el alivio que sentían al estar aún con vida era la
causa. Esta había sido una mala noche y sólo unos pocos podrían defenderse de
ella, otros tantos los harían a ir a penosos entierros… si es que algo quedaba
para enterrar.
-. 2276, Sector A-7, Dité Este (Antigua Capital Alemana).-
CL estaba nerviosa, sabía que debía encontrar la forma de solucionar ese
problema o todos sus esfuerzos serian en vano. Muchas maquinas habían caído,
V-3 sobre todo, después de la última “Tormenta”, algunos incluso habían sido
reprogramados por los Acracia para servir a sus propósitos. Por otro tanto, aquellas maquinas más
poderosas, los Colosos, no eran sencillos de crear, porque necesitan del
sacrificios de demasiados desviantes, que podían ser mucho más útiles en otras
tareas.
La puerta se abrió y CL pudo contemplar un rostro que no veía desde
hacía años, desde el día que se transformo en el corazón de la Máquina, el
pistolero… el mejor discípulo del fallecido Sacristán; Sabe muy bien que no
debe confiar en él, pero también sabe que no tenía mejores opciones.
―Mi Lady, me encuentro ante ti para honrar a la gran Maquina―dijo con
esa sonrisa aun dibuja en su rostro-Tengo la solución, para reforzar nuestras
filas…-aguardo un segundo para dejar a la mujer pesar sus palabras- Una nueva
casta de soldados nacidos del silicio mismo. Seres de cristal sin ningún tipo
de voluntad, y más que listos para servirle.
― ¿Servirle? ¿No será servirte? ―interrumpió GD sin titubeo.
― ¿Cómo puedes decirme eso Ji Yong? Yo vivo por y para la Gran Maquina. ―
―No uses ese nombre para dirigirte a mi, soy G Dragon―avanzo hacía él
dos pasos― No demores en traernos a tus hijos, queremos ver si es lo que
necesitamos. ―
La sonrisa se amplió en boca del moreno Pistolero apuntando hacia la
pantalla de plasma. Se veía la ciudad, no tuvieron que esforzarse para ver los
tres seres deslizándose en la cobija que resultaba ser la noche. Eran Abismales,
y aunque a veces resultaban buenos aliados, debían ser eliminados.
―Disfruta de lo que pueden hacer mis nuevas creaciones. ―
Del amparo de la noche salieron cinco criaturas más, que poco demoraron
en cazar a cada criatura para hundirlas irremediablemente en los pozos de la
muerte. Basto para complacer a la Gran maquina.
―Perfecto―hablo CL― Provéeme de algunos de tus soldados, quiero
probarlos en un enfrentamiento contra desviantes poderosos, no meros esbirros
inservibles.
―Como usted diga Mi lady, me retiro. ―
Changmin caminaba despacio, pero en esa ocasión lo hizo veloz como el
rayo, debía apresurarse a llegar a su base de operaciones. Suji les estaba
esperando. La miro y como en otras ocasiones pensó que la había creado
demasiado perfecta, había hecho de esa niña moribunda una diosa de silicio a
sus pies.
―Changmin―
―Pistolero o Sacristán, así debes llamarme aquí Cristalis ―corrigió.
―La Maquina envía señales de trabajo. ―
―Cumple sus órdenes, pero bloquea tu memoria virtual y la del proyecto
completo, no quiero que Ji Yong acceda a nuestros secretos, puede descubrirnos
y hacernos desaparecer si ve que somos una amenaza. ―
―Sí mi amo. ―
Los conocidos Hijos del Silicio, como Suji, eran más fuertes y más
independientes que los V-3 o un simple coloso, además de mucho más elegantes.
Changmin sabía en su interior que debía tomar el poder si quería llevar a cabo
sus objetivos sobre MDG’S Corp., pero ahora era tiempo de esperar, de fingir
lealtad.
Ya han pasado años desde la primera tormenta, pero sabe que los
vestigios de esa noche seguían ahí, y que se estaba por provocar una nueva más
grande, de la que nadie podría salvarse.
―Amo, acabo de graduar el nivel de lealtad de los T-2W. ―
― ¿Cómo los dejaste? ―
―Lealtad absoluta. ―
―Excelente, esperemos que mañana nos traiga nuevas esperanzas―Se acercó
a ella y le dejo una breve caricia en la mejilla, un gesto que solo podía permitirse
en un sitio seguro como su base. Ella lo miro inexpresiva.
-. 2276, Dojo
Takamura, Roadtripin (Antigua Kagawa, Japón).-
El Dojo estaba en calma, Chansung practicaba los movimientos que su
maestro le dejo indicado, pero se sentía inconforme, aun se encontraba lento,
no parecía estar a la altura de sus maestros. Entonces, algo le alejo la
concentración, era una perturbación en el caos. Las recordaba bien, eran O-Yone
Yamato y NS Yoon G, antiguas alumnas de sus maestros que tomaron el camino de
los traidores.
―No te busco a ti-dijo la mujer de melena lisa oscura― No quiero jugar con niños.
―No soy un niño, y si has vuelto a este Dojo es para morir―
El salto y golpe que dio O-Yone pudo ser esquivado por el hábil
muchacho, pero él sabía que no podría con ella. Mucho menos si NS Yoon G decidía
entrar en juego.
―Pierdes tu tiempo, aunque me mates no te diré en donde están mis
maestros. ―
La espada de Chansung no pudo cortar más que unos cabellos de la bizarra
criatura que tiempo atrás fue su compañera de prácticas. Entonces se comenzaron
a proyectar seres que parecían fantasmas. Miro hacia la mujer que sentada
esperaba a que dejasen de combatir, de ella provenían esos seres.
Uno por uno de espectros iban atacando al joven, doblegándolo, pero de
pronto la luz de la esperanza que Chansung estaba perdiendo se vio encendida.
Uno de sus maestros, pese a estar con el rostro cubierto y vestido de ninja, pudo
reconocerlo era él sin lugar a dudas.
Mientras ellas perdían el tiempo observando al recién llegado, Jay
apareció por la espalda de NS Yoon G, mientras Minzy levantaba al muchacho.
O-Yone y NS Yoon G no tenían muchas opciones, más que perderse en la
noche. Jaejoong concentro su poder,
hacia un solo objetivo; uno de sus errores años atrás. NS Yoon G logró huir de
las llamas en las que se vio reducida su compañera.
―Se multiplican como los perros de la calle―dijo Jay― Parecen salidos de
la nada. ―
― ¿Entendieron lo dijo antes de morir? Fueron invocadas por Moloch, no
por el inquisidor, esto es algo que jamás hemos visto ni enfrentado antes. Cuando
fui prisionera de los Abismales pude sentir su presencia fría y manipuladora,
aunque jamás llegué a verle. Quería usar la tecnología que MDG’S invirtió en
mi. ―
―Lo que es peor aun-añadió Chansung― MDG’S esta creando nuevos guerreros
para enfrentar esta amenaza, esto va a ser una escalada muy peligrosa.
―No importa, no somos cualquiera―dijo Jaejoong, haciendo callar a los
demás.- Regresemos al “Central Park”
esta misma noche. No tenemos tiempo para perder.
Lejos del Dojo, los soldados de todas las facciones parecían enfrentarse
esa noche, los niños cubre sus oídos para no escuchar como la muerte se
arrastra por las calles de sus ciudades, alguien abrió una puerta que estuvo
cerrada por años, alguien desataba otra vez la tormenta que trajo a esas dos
mujeres de regreso junto a sus indeseables aliados. Y ellos debían detenerla si
querían triunfar por sobre todos.
«Caminos de
tierra»
Entro al gran salón con el pequeño cuerpo entre sus brazos, en su cabeza
solo estaba el nombre de Gitta y la necesidad por salvar a esa niña, no
importaba que apenas haya logrado salvar la vida de las manos de Kyo. Llego
hasta el estanque de los lotos, y la vio.
―Esta más muerta que viva ¿Vale la pena? ―
―Siempre―hablo con una firmeza abrumante.
Abrió los ojos para dejar ver esas ventanas que reflejan el dolor del
mundo en matices negruzcos. La niña fue puesta en sus brazos, para ser
arrullada como si fuese el hijo que Gitta no pudo traer al mundo años atrás.
Bom pudo sentir como en ese pequeño estanque la energía de Gitta fluía y
sanaba.
―Ven―Gitta extendió su mano derecha hacia Bom, bastando el roce de los dedos
para que sintiese como cada herida sanaba― Se llamaba Emilia, pero hija, no
despertará aunque sigue con vida…―acaricio el rostro de la niña― Su mente se ha
perdido en las profundidades del abismo y no puedo ir por ella.
―No mientas Gitta, no es que no puedas, es que no debes―reclamo, la
mujer de piel oscura podía sentir la furia que producía la situación a Bom,
pero solo acomodo sus ropas y volvió a cerrar los ojos sin molestarse en
responder a acusaciones que la pelirroja ya había hecho muchas otras veces―
Antes por lo menos te mostrabas más afectada por no poder salvar a un niño. ―
―Ya te lo he dicho innumerables veces, puedo sanar todos los dolores,
todos los males, menos los que están ligados al alma y esta niña, ni siquiera
tiene una; apenas dejes el estanque no quedara rastro de un esbirro Abismal―
― ¡Imposible! Es solo una niña, no…―
―Se acerca una nueva tormenta y lo que tienes en tus brazos no es más
que un fracaso…―la voz de Gitta comenzaba
sonar etérea casi ausente― a Kyo le gusta despedazar a los iniciados que
fracasan… la semilla de Emilia era tan débil que el Abismo se la trago casi por
completo. ―
Los pasos de Bom se hicieron presente sobre el césped de la fuente, no
podía aceptar que ahora el abismo volviese a experimentar con niños, que
cultive sus semillas en el corazón de infantes tan pequeños como Emilia.
Bastaron dos pasos fuera de ese sitio sagrado para creer.
Miro el cielo, llovía fuera del campo. Por sus dedos aun estaba cayendo
una suave arena que antes formaba el cuerpo de Emilia. En su mente el rostro de
sus hermanos, de los niños que hay en la fundación y un objetivo que se aclaró
cuando la suave voz de la mujer se escucho en su corazón…
«Sí has visto a Kyo, es que alguien lo llamo…La próxima tormenta es la
última, debes buscarlos»
Fue la última vez que se escucharía la voz de Gitta. Bom lloro
despidiéndose de ese refugio que fue su mundo por décadas. Porque si quería
salvar a la fundación y con ella a los Mediadores que quedaban, debía marcharse
a una guerra que no la siente como suya.
Continuará...