-¡Señor Park!-se
escucha a un hombre de avanzada edad llamar al joven estudiante de medicina del
departamento 239, que cual celebridad dejaba el edificio con gafas de sol
oscuras con su automóvil esperándolo en la puerta. Se detiene girando hacia el
recibidor donde estaba el anciano conserje que le hacía señas para que
acercara, obediente como era con el anciano, lo hace.
-Buenos días Señor
Song… -saluda como es debido antes- ¿Qué ocurre? ¿Tengo correo tan temprano?-pregunto
extrañado al ver al anciano sacar un sobre blanco.
-Sí, me sorprendió
encontrarlo cuando llegué, pero tiene puesto un timbre de urgente, así que no
esperé a que llegará el resto, además no tiene remitente, ni estampilla ni
siquiera tiene puesta su dirección sólo dice Park Yoochun-le explico el anciano
entregándoselo- Le pregunte al joven de la noche, pero me dijo que el no dejo
su puesto ni llego nadie a entregarlo, simplemente apareció- El anciano miraba
curioso el sobre.
-Qué extraño…-murmuro,
pero no se sentía preocupado ni asustado, y esos sentimiento debería tenerlos
alguien que recibe algo así, sin embargo él solo quería leer el contenido-
Bien, gracias Señor Song… lo leeré en la universidad-el anciano sonrío
asintiendo, le sorprendió que ni siquiera el señor Song se sintiera preocupado,
pero no hizo ningún otro comentario, hizo una reverencia- Hasta la tarde…-se
despidió yendo hasta su automóvil, el maletín que había tenido en mano lo dejo
en el asiento del copiloto, con el sobre aun en la otra mano se subió al
vehículo, la curiosidad fue mayor, así que en vez de irse directo a clases,
como debía hacerlo, fue a un café cerca de su departamento.
-¡Bienvenido!-le
saludo una joven mesera- ¿Tomo su orden?-pregunto gentilmente, él encargo un
mokaccino y un par de dulces árabes- ¡En seguida señor!-le agradaba esa mesera,
la conocía de un par de veces que iba a ese café y siempre parecía muy animada.
‘Gente así me hace falta en la vida… ¡bah! Si están Su, Jae y los demás’ pensó
ensanchando su sonrisa al recordar a sus amigos, mejores no podía pedir.
Esperando el café,
sentado en una de las mesas del centro, abrió el sobre sacando un par de hojas
blancas a simple vista, pero al tacto tenían relieves que recordaban a la
textura de una rosa, pero más suave, solo tocando el papel cerro sus ojos
disfrutando de la tranquilizadora sensación que producía el suave contacto,
hasta que recordó que era una carta. Abrió sus ojos, las letras eran de una
caligrafía magnifica, fueron trazadas con un lápiz de punta fina purpura.
Sonrío, solo conocía un par de personas que escribirían una carta con un lápiz
así. Se quitó los lentes oscuros, realmente las letras eran de un lila, no un
purpura, se le oprimió el corazón.
La lectura comenzó…
“Chunnie-ah:
A pasado tanto
tiempo desde la última vez que nos vimos ¿Cómo estás? Por algunas fuentes de
alta confianza sé que estas bien, pero no perfectamente, como cuando vivíamos
juntos, sé que aún te detienes a ver las fotografías que nos sacamos juntos en
los pocos viajes que hicimos, pero que son las que nos sacamos en casa son las
que vez con más añoranza, como si yo fuera a regresar algún día para verlas
contigo y reclamarte por poner esas caras tan raras cuando hacemos recuerdos, y
también sé que lloras al saber que no regresaré por más que marques a mi
número, que no te contestaré aunque sepa que estas llorando como un niño que
recién perdió a sus padres. Lo nuestro acabo, antes de tiempo, pero acabo.
¿Cuánto tiempo
más deberá pasar antes de que aceptes la realidad? Fueron demasiados años los
que luchaste a mi lado contra algo que sabíamos, sólo con nuestra fe no
podríamos vencer ni siquiera todo el amor que me entregaste podría salvarnos de
la realidad… Yo día a día estaba muriéndome. No sólo era esas malditas
enfermedades, era mi alma la que no quería seguir atada a un cuerpo sucio como
el mío.
Chunnie-ah,
estás palabras las escribo solo para pedirte un último gran favor… Olvídame, te
lo suplico olvídate de mí, sino puedes aceptar que me fui por favor olvídate
que existió esta persona en tú vida, sí así puedes volver a sonreír y a mirar
con la misma dulzura que me miraste a mi alguna vez, prefiero que me olvides a
que vivas sumergido en la miseria de mis recuerdos. Porque te seré honesta, yo
acá estoy mucho mejor, al fin estoy tranquila al saber que tú puedes dormir
cada noche sin pensar en mis medicamentos o aún sigo durmiendo a tu lado, sino
me he escapado, ya no tienes que dormir aferrado a una mano que quiere huir de
tu lado.
Aún recuerdo la
primera vez que nos vimos, aún éramos estudiantes y creíamos que teníamos toda
una vida por delante, tú eras el nuevo alumno traído directamente de los
UnitedState of North American, yo solo era una alumna popular por ser hermosa y
mal vista por ser…admitámoslo, de viento fácil. No sé qué viste en mí. Sin
embargo, fue el último día de clases cuando me hablaste, tú ya tenías fama de
ser un alumno brillante, y un conquistador inigualable por ese corte de
caballero novelesco, en cambio yo, mi fama fue empeorando después de meterme
con el hijo de un profesor, ese mismo que aquel día comenzó a gritarme en medio
de la celebración por nuestra graduación que era una ramera, una suelta y cosas
peores que no recuerdo, fueron empañadas por tu intervención y las últimas
palabras de la noche me impactaron, desde entonces puse esfuerzo en cambiar “
Eres bonita, una chica culta, sabes muchas cosas…pero eres algo tonta al pensar
que es bueno ser tan ‘popular’ entre los hombres de esa forma. Si no fueras
bonita, si solo fueras culta e inteligente, seguro llegaría el día que alguien
te amé más de lo todos los hombres que pasen por tu cama multiplicados por un
millón serían capaz de amarte… eh Jae In, ¿Por qué no eres más inteligente?” sí
es una oración larga, pero jamás se borró de mi mente. Aunque cambiar fue más
difícil de lo que pensé, entre a estudiar un Trabajo Social en la Universidad
de Parang, en un viaje que hicimos con unas compañeras te volví a ver, tú
estudiabas medicina en una de las mejores universidades del País, hablamos
largamente, te conté que había hecho caso a tu sugerencia y que todo estaba
mejor, pasamos el resto del viaje juntos, dos hermosas semanas, y la penúltima
noche nos unimos, fue lo más hermoso que hubiese hecho en mi vida.
Un mes después,
perdí mi celular y con el tu número telefónico, no pude decirte que estaba
embarazada ni tampoco que por un pequeño choque en el automóvil de mi padre, a
los dos meses de embarazo tuve un aborto espontaneo. Me lamentaba haber perdido
el maldito aparato, el haber subido en el auto aquel día, el no haber intentado
con más fuerzas contactarte, pero más me lamentaba que mi cuerpo no haya podido
proteger a nuestro angelito. Por mucho tiempo estuve encerrada en mi mente,
hasta que tú voz me despertó, una amiga logro comunicarse contigo y contarte
todo cuanto pasó. Me sentí destrozada al ver como llorabas, me pedias perdón
por no haber estado conmigo todo ese tiempo ¿Cuánto tiempo estuve sin ti? Casi
un año. Prometías que no me dejarías nuevamente, pero yo no quise creer en
promesas, porque jamás lo había hecho. Volví a esa enferma vida, te engañaba
con cuanto pantalón se me cruzaba, ya ni me importaba si luego era en realidad
una mujer; lo hacía para lastimarte un poco, que supieras un poco lo que pase
cuando perdí a nuestro angelito, pero al final solo acaba yo más hundida en mi
estiércol y ensuciaba tu sonrisa, porque tú me perdonabas todo…
Todo ese juego
enfermo acabo cuando volví a quedar embarazada, me llevaste a médico con uno de
tus profesores porque sufría demasiado dolor. Tuvieron que quitarme el útero,
porque había quedado dañado con la anterior perdida, no podría nuevamente ser
madre ni nunca, aunque este bebé no me mortifico tanto, porque no sabía quién
era el padre, y de seguro no eras tú porque no te dejaba tocarme… estaba sucia
nuevamente.
Cáncer… era
tanta mi mala fortuna que tres meses después me declararon leucemia, me quería
morir, y lo iba a hacer con un sistema inmunitario tan desgastado como el mío,
el sexo sin protección es peligroso… Cero positivo…
Como era de
esperar, el hombre más bueno del mundo lloro por mi desgraciada fortuna, tomo
mi mano, me alentó a luchar y cuando no tenía voluntad me convido de la suya.
Mis padres por golfa me botaron de la casa, y tú me recogiste… Si Chunnie-ah,
eres el hombre más bueno del universo, y yo no me di cuentas hasta ahora, por
eso me aleje de tu lado, porque te amo y no puedo seguir haciéndote cargar mi
maldición.
Los primero
meses fueron relativamente fáciles para ambos, pero llegó un punto en que mis
medicamentos eran tan caros que dejaste tus estudios para trabajar y tenerme
cada medicamento que me recetaban, yo quise hacer lo mismo, trabajar, pero tu
decías que debía guardar mis energías para las terapias, jamás me dijiste que
no debía cansarme porque cada día sería más difícil levantarme. Tus amigos
ofrecieron su ayuda, en un principio te engaste, pero cuando viste que no
podrías hacerlo solo fuiste y la pediste, realmente esos chicos valen su peso
en oro. ¿Fue Junsu el que más tiempo pasó cuidándome de ellos? Sí, ese chico
pasaba mucho tiempo en nuestro departamento, decía que yo le agradaba aunque yo
fuese tan callada y amargada casi todo el tiempo, sólo por ser la persona que
su hyung amaba tanto. Cuando ya no pude dejar el departamento más que en silla
de rueda, los demonios atacaron mi alma. Me miraba al espejo y no podía
reconocerme ¿Dónde estaba la mujer tan bella que fui antes? ¿Dónde está la
mujer de la que enamoraste? Y lloraba, lloraba hasta que mis ojos no podían
derramar ni una lagrima más, hasta que tú llegabas con tus “¿Te sientes bien?”
y yo te decía que no, que odiaba este estado en que me encontraba y tú me
respondías con risas diciéndome “¿Qué estado? Yo te veo tan hermosa como ayer o
como hace un año”, pero seamos honestos, las huellas de mi enfermedad eran
horripilantes, me negaba darte un solo beso por miedo de contagiarte alguna de
mis enfermedades, por miedo de enlodar tu hermosura angelical.
Cada noche
cuando se suponía que dormía te sentía acariciar mi rostro, quería quitar tu
mano… ¡Estoy sucia!, pero te dejaba hacerlo porque me rompía en pedazos al
oírte llorar y preguntar a ese dios que me abandono hace tanto qué hacer para
mantenerme a tu lado, le explicabas que yo no era una mala persona, solo que
había estado tanto tiempo sola sin nadie que me ayudara a caminar por una senda
mássana, y derramabas lagrimas por mí, que ahora sé que limpiaron un poco mi
impureza.
¡Ay Chunnie-ah!
¿Cómo hacerte entender que no fue tú culpa? Qué fue mi decisión dejar tu cálida
fortaleza para enfrentar mi destino. Me dirás ahora que me adelante, pero soy
una cobarde, tú siempre lo supiste y cada día los dolores de vivir eran peor…
incrementados por el sacrificio inhumano que estabas haciendo. ¡Dios! Si no
fuera por esos maravillosos amigos que tienes hubieses terminado acabado por mí
culpa, desde acá yo los cuidaré, por primera vez en mi vida puedo cuidarlos a
ustedes en vez de ser la cuidada, ¡Ya!, me saldrás con que solo fueron dos años
¿No es suficiente para querer velar por todos ustedes? Jamás antes me cuidaron,
sabes que prácticamente crecí sola… todo era más difícil siendo una extranjera.
Chunnie-ah antes
de ti fui una niña, adolescente y joven sin suerte, hasta que me hice mujer y
apareciste, tú mi ángel protector llegaste con más ángeles a cuidar de una
moribunda. Pero ahora que la vida acabo para mí, me toca cuidarlos.
Como ya te dije,
si para que vuelvas a sonreír debes olvidarte de todos esos años juntos, de
esos escasos dos viajes que estas enfermedades me dejaron fuerzas para hacer y
los otros tres que me hiciste hacer antes solo para que dejara mi mala vida, no
me importaría ser olvidada, porque… aunque jamás te lo dije en vida, eres lo
que más amo. Pero, pero si aun con mi recuerdo en tu corazón eres capaz de
volver a enamorarte, de volver a ser feliz… Si puedes sonreír al recordarme,
podrías darme vida por esos momentos, tú y los chicos lo hacen al recordarme
con alegría, en cambio… si lloran, durante el funeral morí de nuevo con cada
lágrima derramada en mi nombre.
Hazme caso
Chunnie-ah y regresa a las pistas, porque tú y yo sabemos que eres un magnifico
conquistador, ¡Vamos! Eres un “Don Juan”, pero uno que realmente busca a
alguien especial, dime ¿Qué tal la mesera? Linda ¿No?... vamos mi ratón
esplendoroso, vuelve a ser el que un día fuiste, recupera tu brillo, tu “Yo
verdadero”.
Acá, en mi
propio paraíso, en el que los puedo ver a cada uno de mis cinco ángeles, los
estaré vigilando y velando por ustedes, olvídenme si no pueden ser felices con
mi fantasma, o denme vida al recordarme. ¡Oh! Y no me vuelvas a decir “Rusa
egoísta” que hago esto por ti, y si lo haces bien, y no decidiste hacerme a un
lado, te haré llegar una nueva carta ¿Ok?
Te ama, Ewa.”
Las lágrimas
corrieron desde el segundo párrafo, pero no pudo dejar de leer aquella carta,
hace un año que Ewa había saltado desde el balcón del departamento sin dejar
nada que explicara la razón de su decisión, está bien, por aquel entonces las
marcas de su enfermedad había destruido toda la belleza que fue antes, pero él
la siguió amando y logro que pese a su “Pésimo historial” los chicos la
aceptaran como la persona que él amaba e incluso le ayudaran a cuidarla hasta
el último momento, pero superar su ausencia estaba siendo demasiado difícil, a
sus veinticinco años debía volver a empezar la vida de soltero, sin olvidar que
cada día era más difícil sonreír. Suspiro, tan profunda y sentidamente que hizo
revolotear los cabellos que caían sobre su rostro.
-Lo intentare…
-susurro de forma casi inaudible, tomando unas servilletas para limpiarse el
rostro de las lágrimas, el papel acabo empapado ¿Tanto había llorado?, saco
otro para secarse bien, y otro suspiro igual de profundo escapo de sus labios;
‘Será más difícil de lo que pensaste Ewa’ pensó. Con cariño doblo las hojas,
las guardo en el sobre y en su maletín-¿uh?...-vio una taza de café sin humear
frente a él, recordó que había pedido eso y… también estaban los dulces.
-Lleva más de una
hora aquí, señor-una voz con un acento que no pudo descifrar, pero no era del
coreano de pueblo, con una expresión entre extrañeza y sorpresa giro su rostro,
la mesera lo veía con una sonrisa muy sutil y compasiva- No quise interrumpirlo…
¿Quiere que le caliente su café o se lo cambie?-pregunto, le causo ternura que
no quisiera inmiscuirse en sus asuntos, aunque él haya estado llorando, aunque
se le notaba en la mirada que se sentía bullir de curiosidad- No se preocupe
por si debe pagar, yo se lo invito-la chica se apresuró a decirle debido al
silencio.
-No, está bien…
¿puedes calentármelo?-pidió ofreciéndole al fin una sonrisa- Dime ¿Qué hora
es?-pregunto antes de que la chica acabara de recoger la taza. Ella miro en su
reloj de pulsera un momento.
-Las once
treinta…-respondió.
-¡¿Qué?!-
-Las once con
treinta y un minutos de la mañana-
-Luego vuelvo por
mi café… ¡Se me hizo tarde!-dijo apresuradamente, en la caja cancelo todo y
solo se llevó los dulces, había olvidado que tenía clases esa mañana y parte de
la tarde. La mesera sólo pudo reírse de la extraña reacción del joven y seguir
su mañana.
Fin "La Carta"