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lunes, 18 de junio de 2012

Changes, experiences, knowledge and new beginnings


 Acomodo sus cabellos con los dedos cuando llego al parque, solo a sentarse en esa banca que alejada de todo permitía tener una visión completa del paisaje.

 El día estaba algo nublado, y pese a ser domingo no era mucha la gente a su alrededor. No había niños corriendo, le frío debía tenerlos aun metidos en sus camas, pero ella a las diez treinta de la mañana ya estaba en ese lugar.



 Ideal sería tener un cigarrillo, pero aparte de no tenerlo, ella no fumaba; una vez a los 16 años lo intento, pero odio el sabor amargo que dejaba ese tubo de tabaco, químicos y papel. Aun así esa extraña necesidad hacia la espera más agobiante, más tensa y cansada.



 Estar esperándolo era agotador. Hace algunos años la espera era mucho más sencilla, incluso gratificante. Llegaba incluso a hacerla sentir en paz consigo misma. Pero eso era antes, ahora todo había cambiado. Ella había cambiado. Al fin lograba ver lo que no había visto.



 A los 15 años los estudios y la familia pueden ser asfixiantes, pueden hacerte desear escapar como sea y a donde sea. Nunca tuvo el valor, siempre se decía que no podía dejar a sus hermanas, y así siempre regresaba a casa o se quedaba en ella.



 Sus amigos habían sido un escape. CL cuando regreso a corea, Yoochun cuando paso ese tiempo en el extranjero habían sido grandes pilares en su existencia. Y lo seguían siendo, porque juntos la traían de regreso a la vida. Sin embargo no solo eran CL y Yoochun sus amigos, pero muchas de esas amistades desaparecieron en malos pasos y malas decisiones causadas por peores consejos y nefastas formas de ver la vida, esa que lentamente se nos escapa de las manos. En aquel tiempo justificaba los errores solo por ser jóvenes.



 Él cambió, ella lo desecho porque así ya no le interesaba. Porque así no podía ver ese algo entre los dos no una vida juntos. Todo se volvió extraño, a ratos monótono y aburrido, demasiado insignificante cuanta cosa que pasaba… insignificante para ella.



 Las campanas de una iglesia cercana resonaban estridentemente anunciando el final de la primera misa dominical.



 Entonces después del fin entendió que la percepción de una persona solo cambia cuando cambia tu percepción de ti mismo. Que no puedes pedir que se sacrifique si tú no eres capaz de hacerlo, no puedes pedirle que deje todo si tú no eres capaz antes de pensar en la del otro felicidad primero, porque esa no es una forma del amor, solo es egoísmo.



 Y las dos personas en ere parque no sabían eso en aquel tiempo, porque de verdad eran jóvenes e inexpertos. Pero ya no lo eran, no tanto como en ese tiempo y tenías la fuerza para volver a construir un “nosotros”, esta vez juntos. Bom supo eso cuando se levantó del asiento y comenzó a caminar hacia él. Ese día frío acomodo su cabellera pelirroja y se dejó rodear por esos cálidos brazos que la protegieron del frío invernal.



 Sus ojos brillaban evocando antiguas memorias al mirar esa sonrisa; no obstante en su mente no había paz aun, porque luchaba por ver la luz un “Lo siento” sincero, un terrible arrepentimiento que generaba un nudo en su garganta y un ardor en la boca del estómago. Desde hace tanto que sentía eso, también.



 Él como antes, puso una mano sobre su mejilla y le sonrío como si nunca se hubiesen separado, como si el tiempo se hubiese detenido todos esos años y al fin volviera a partir, fijando esa enigmática mirada en los ojos de ella. Tan hermosa mirada, llena de palabras que aún no son dichas… a ella.



 -¿Sabes porque no había querido verte antes?-habló al fin, con esa difícil de conseguir, mezcla de firmeza y dulzura. Él negó, no tenía como saber la respuesta a esa pregunta- porque no te negaste. No quisiste esforzarte en decir que estaba equivocada, porque solo te me quedaste viendo sin hacer o decir nada a las cosas que yo hice o dije… que solo dejaste que yo pisoteara tus esfuerzos… tus sueños-él apretó los labios bajando el rostro, guardando sus manos en los bolsillos de su abrigo- que ni siquiera… quisiste pelear por mí-ella no quería llorar, pero esa lagrima solo salió.



 -Y me arrepiento…-hablo él levantando el rostro-llore por semanas… sentí que el corazón se me desgarraba, pero…-él recordaba como el dolor lo entumeció por días, casi perdió el trabajo- no creía justo pedirte más esfuerzos… ocultarte del mundo por mis sueños, no era justo…-la voz de él era la de alguien que sufrió mucho y aun sentía el dolor vivo.



 -Yo… yo creí que cuando al decirte eso, que por lo menos harías algo para renovar mis fuerzas, que enfrentarías mis ofensas, que me harías notar mi error-ahora ella bajaba el rostro- pero no lo hiciste, entonces creí que ya no había un futuro para nosotros.



 Él la miro con sus ojos muy abiertos y los labios tan apretados que carecían de color. Se dio cuenta que no había sido solo un mal novio, que la había dejado muy sola por ir en busca de sus sueños. Que para no haberla perdido debía solo acompañarla también. Y ella también entendió que la culpa no fue solo suya ni de él, que fueron ambos los que abandonaron, y que su propio error fue que nunca hablo tan claro como ella creía. Pero tenían tantas cosas de las que preocuparse que la buena comunicación estuvo muy ausente, y las inseguridades demasiado presentes. Y ninguno de los dos lo supo. Eran muy jóvenes, confundidos y con pesos en sus vidas que no podían manejar bien.



 Durante ese tiempo, verse, tenerse solo fue una manera de ignorarse, de alejarse del otro. Ahora, quizás, más maduros y con más conocimientos, menos inexpertos, sabiendo llevar el peso de sus vidas se sentían capaces de una relación que no solo consuma a ambas partes. Capaces de verse a los ojos, más allá de lo que aparentaban.



 Ambos ahora lo saben, porque no tienen 15 ni 18 años. Porque ya entendían muchas cosas, porque ya no se asfixian con sus cargas. Porque ahora solo estaba ellos, llevando su propio peso y sus sentimientos, sin prejuicios.



 Durante un extrañamente cómodo silencio él la mira y sonríe. Lo mismo hace ella.



 -pero te diste cuenta que fue un error-le decía esperanzado, porque pese a todos esos años él aun la quería, y esperaba que ella también. Por lo menos lo suficiente como para quererlo de regreso en su vida, porque antes de ser pareja había sido amigos, y aunque sea así quería conservarla.



 El sol daba directo a los ojos de Bom mientras caminaba por las atestadas calles, el cielo había decidido abrir paso al sol después de una semana de nubes grises y lluvia. Su celular se escuchaba anunciándole la recepción de un mensaje, se detuvo frente a una tienda para leerlo. Sabía de quien era incluso antes de sacar el móvil de su bolsillo. Su cabello suelto se movía al ritmo que marcaba el viento, como también lo hacia el abrigo que la cubría un poco del frío. Sonrió. El restaurante al que le pedían ir estaba cerca, así que respondió un corto: Dame 5 minutos y estoy allá.



 -¿A dónde fuiste anoche?-le preguntaron apenas llego a la mesa- nos juntamos con los chicos a celebrar el cumpleaños de Daesung, sabes que hace poco estuvo ¿No?… además te perdiste el espectáculo de Taemin y Key declarándose a Minzy, la pobre tuvo que soportarlos toda la noche jurando que no los dejaba beber nunca más-le contaba recordando la bochornosa noche que paso su amiga y los buenos momentos que había pasado.



 Ella negó sonriéndole e imaginando las graciosas situaciones que debieron protagonizar sus amigos.



 -Su comida-



 -Gracias-dijo mirando confundida al chico que le informaba que cuando la vio llegar había pedido para ambos la comida.



 El tiempo y las experiencias le han enseñado muchas cosas a Bom. Que los cambios son cosas buenas y necesarias mayormente, que ya no podía esconderse tras sus padres, que las discusiones acaban, que los problemas no son eternos y hay que enfrentarlos. Que debía aceptar que no solo ella cambia y es capaz de ir por lo que desea, lo vivido con Seung Hyun se lo había enseñado. Que él aunque por fuera ahora sea distinto y tenga mucha gente siguiéndolo, seguía siendo el mismo. Esa había sido una cosa que una mano amiga le hizo ver esos años, y le había dado el empujón que la alejo del dolor.



 Bom volvía a sonreír por las tontería que TOP era capaz de decir con tantas ganas. Esa risa que sus cercanos dicen, solo él consigue. Y ella no lo niega. Sus hermanas no pierden oportunidad de hacérselo ver tampoco, en especial la menor, pero ella solo le da un golpe en el hombro para hacerla callar. A su melliza, suele devolverle las bromas.



 El día que se juntaron en ese parque, hace un mes, fue porque ella había decidido recomenzar con Seung Hyun y comenzar con TOP  definitivamente. Y ambos supieron que hacerlo fue lo correcto, porque esa sensación de dolor y vacío… de soledad y desapego con la vida desapareció de sus corazones, y esa inmensa felicidad aumentaba con cada roce, con cada vez que caminan por las calles tomados de la mano sin importarles el revuelo ni las miradas. Porque nunca antes un “Te amo” compartido les había sabido tanto a vida y felicidad como ahora.

 FIN (?)

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